Una vez leí que mi nombre significa "mujer del mar" en árabe, y me gustó su significado, pues aunque no soy una buena nadadora, el mar ejerce un extraño influjo sobre mí. Su sola visión me llena de paz, como he dicho otras veces y no me canso de repetir. Pero esta vez el buen tiempo ha permitido que haga algo más que mirarlo y escucharlo ensimismada, y es que he podido adentrarme en él y dejarme llevar por las olas, cosa que me encanta. He podido mojarme los pies en la orilla, mirando al horizonte azul. Y esos pequeños momentos son para mí grandes regalos.
También he podido tomar como improvisada modelo a cierta amiga mía a la que no le gusta salir en las fotos, pero qué le vamos a hacer si queda perfecta.
Querido mar, ¿cuándo volveremos a vernos...?